Rimas y leyendas



Qué vamos a decir que no esté dicho. Leemos estos versos y queremos manifestar la emoción indefinida que nos producen; emoción tan indescriptible como el mismo sentimiento que en sí encierran y  que, semejante a un perfume, desprenden en su lectura. A los borrachines les gusta tomar el buen coñac de un solo trago; y luego, una segunda copa, despacio, paladeando y extractando sus sabores, sus aromas, el ardiente fruto de la vehemencia del licor. Pues así leemos estas líneas:
Yo  un  himno gigante yextraño
Quea nunciaen la noche del almau naaurora,
yestas ginas son deeste himno
cadencias queel  aire dilataen la sombras.
Yo quisieraescribirlo, del hombre
Domandoel rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen aun tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Peroen vanoes luchar; que nohay cifra
capaz deencerrarle,  yapenas ¡ohhermosa!
si teniendoen mis manos las tuyas
pudiera,aloído, cantárteloa solas.

Para conseguir estos versos tan musicales se sigue un patrón rítmico determinado, fácil de leer, pero no tan fácil de elaborar:
En los impares, que son decasílabos y están remarcados de amarillo, las sílabas 1-3-6 y 9 tienen acento; es decir, que se forman unidades de ritmo de tres sílabas en la que la tercera se pronuncia con fuerza.
En los versos que no están destacados, que son dodecasílabos, las que marcan el patrón son  2-5-8-11.
A esta manera de agrupar las sílabas, siguiendo un patrón se le llama cláusula rítmica. Al fin y al cabo es como el baile: un, dos, tres; un, dos, tres… y vuelta, que es la rima o-a.

 Y leyendo, leyendo, los temas del hombre que vienen y van, desde los cavernícolas hasta las rimas XLVIII y LVI (“Como se arranca el hierro de una herida/ su amor…” y “del antiguo sufrir/…/¡padecer es vivir!) que corren parejas con Rosalía: “Unha vez tiven un cravo/cravado no corazón/…/soupen só que non sei qué me faltaba/ y etc., etc.”  También con Machado que, soñando caminos, quería sentir en el corazón clavada su peculiar espina dorada. Y mucho, mucho antes, en los pictogramas de La cueva del Murciélago:


En fin, así seguiremos siendo, como fuimos, porque no podemos ser de otra manera, porque nos repetimos y porque, en la repetición, está el infinito.
Y por eso diseccionamos la flor, por el deseo de encontrar el origen de su fragancia. Ya no seguimos, queden cesuras y otras observaciones para diferentes circunstancias, que a lo que vamos, no son menester. Y perdonadnos, solo queríamos andar un poco por los viejos senderos de esa tierra mil veces hollada y en cada ocasión, renovada.

https://drive.google.com/file/d/10Yo4cc65ZR4GU-CVryBJ-tpnYWdIkzOu/view



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